Las transformaciones culturales

4 08 2008

LA SOCIEDAD FINISECULAR: AUGE Y CRISIS DEL LIBERALISMO.

 

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            La promisoria labor educacional del gobierno de Montt continuó con éxito hasta fines del siglo XIX, lo que hace posible que de 27.449 alumnos que reciben instrucción en 1854, aumenten a 154.670 en 1901. No obstante, todavía un 80% de los niños en edad escolar estaban al margen de los beneficios de la enseñanza. En este sentido, el carácter obligatorio que adquiere la enseñanza básica a partir de 1920, constituye un hito importante en la superación de esa deficiencia.

            La enseñanza media también recibió un gran impulso a fines del diecinueve, gracias a la introducción de modernos textos escolares, muchos de ellos de procedencia francesa, a la creación de bibliotecas y al aumento de los fondos bibliográficos en las ya existentes. Tan es así, que la cultura de los adultos hacia 1885-1900 provenía casi totalmente de las bibliotecas populares fundadas en el gobierno de Montt treinta años antes, cuando se inauguraron 43 bibliotecas populares en 42 departamentos y se incrementaron los fondos bibliográficos de la Biblioteca Nacional, que llegó a tener más volúmenes que las grandes bibliotecas coloniales de Bogotá, Lima y México. Con el aumento de los libros creció el número de los lectores, llegando a la cantidad  de 20.758 la cifra de los que acudieron a la Biblioteca Nacional en 1889, quienes consultaron 26.893 obras en español, 4.126 en francés, 102 en inglés y el resto en otros idiomas. La preeminencia de la lectura de libros franceses, entre los que consultaban obras en otros idiomas, es expresión de la influencia de la cultura gala entre la elite de la capital. En Valparaíso, en cambio, la influencia inglesa era preeminente.

            La promulgación de la ley del 9 de enero de 1879, que estuvo precedida de amplios debates acerca del Estado Docente y la Libertad de Enseñanza, organizó la enseñanza media y superior y consagró el Estado Docente en nuestro país (Estado con obligación de enseñar), principio que se estableció en un ambiente de libertad que permitió la competencia emuladora entre la educación pública y la privada en el ámbito de la enseñanza básica y media, siendo más restrictivo en cuanto a la enseñanza superior.

            Otro hito importante en el desarrollo de la enseñanza, fue el inicio experimental del sistema concéntrico en algunos establecimientos de educación media (1889), que luego se generaliza al resto de los colegios a partir de 1893, lo que representó una verdadera revolución en los planes, programas y métodos de enseñanza; agrupó ramos afines, desarrollándolos hasta terminar el ciclo de educación media, desplazando al sistema anterior que consistía en estudiar asignaturas completas y sucesivas.

            Al igual que la enseñanza, la prensa cumplió un importante cometido en la difusión cultural. Por medio de la prensa mucha gente pudo conocer la obra de escritores nacionales y extranjeros, gracias a que las obras foráneas de mayor éxito eran incluidas en diarios y periódicos, a través de folletines que constituían una sección permanente en diversos matutinos. En el caso de los escritores chilenos, hubo muchos que publicaron sus escritos en diarios antes de reunirlos en libros, como por ejemplo Blest Gana y José Joaquín Vallejos. El famoso libro de Alberto Edwards, La fronda aristocrática, también tuvo esa génesis.

            Durante la segunda mitad del siglo XIX la prensa y la cultura tuvieron un desarrollo paralelo. En 1860 sólo existían dos diarios sólidos y estables, El Mercurio, en Valparaíso, y El Ferrocarril, en la capital. Treinta años más tarde, 20 reunían estas cualidades y otros 50 eran de menor importancia.

            En cuanto a la creación literaria, los escritores de fines de siglo abandonaron la literatura costumbrista, para presentar los problemas sociales y económicos que afligían a la sociedad y acerca de los cuales la elite no tomaba consciencia. Se reacciona contra el aristocratismo y la tendencia a evadirse de la sociedad que mostraban los escritores. La generación de 1900 se sumerge en el tumulto de la ciudad, el dolor y la miseria, a la vez critica el lujo y la ostentación. Representativas de la literatura de entonces son obras tales como Sub Sole y Sub Terra, de Baldomero Lillo; Días de campo de Federico Gana, y Casa Grande, de Luis Orrego Luco.

            Al igual que en la novela, en el teatro se evolucionó desde el costumbrismo autóctono hasta la critica social. El último cuarto del siglo XIX fue de una gran actividad en los tablados de Valparaíso y Santiago. Es posible registrar más de doscientas obras teatrales chilenas durante ese lapso.

La literatura y el teatro de la época son una fuente importante para conocer la transformación que experimenta la sociedad finisecular. La sobriedad e independencia respecto de las ideas extrañas, actitud común de nuestra sociedad en la primera mitad del siglo XIX, fueron reemplazadas por un despliegue fastuoso de riquezas, producto de una ansia de goces materiales no conocida. En el Chile enriquecido por la explotación del salitre, surge un hombre nuevo que desea expresar exteriormente su éxito en el trabajo mediante una vida de boato, de placeres y ostentación de la fortuna.

 


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